Por Noor Jimenez Abraham* – @noor_j_abraham / Foto: Lucas Vallorani
Sobreviviente del delito de trata en Tierra del Fuego, Alika Kinan fue rescatada en 2012 y ahora querella no solo a prostituyentes sino también al Estado.
La resiliencia es ese espacio donde las víctimas pueden dejar de serlo para empoderarse y descubrir capacidades que habían quedado ocultas en un pasado que las arrasó. Actualmente se trabaja con el convencimiento de que esta resiliencia no solo ayuda a la persona sino al resto de la sociedad al recibir la palabra más autorizada, de aquella persona que ha decidido desprenderse de su vulnerabilidad.
Cuando quienes deberían cuidarte son los que te dañan
Alika relata que su mamá había estado en el sistema prostibulario -y también sus tías y su abuela- y que fue su propio padre que la había mandado a prostituirse cuando llegaron a Buenos Aires provenientes de Córdoba: “Mi papá siempre contaba anécdotas en la mesa, después de comer, cómo la había conocido a mi mamá, de cómo la había sacado del zulo. Después también mi papá me vivió a mí, cuando se enteró de que yo había caído en una red de trata me pedía dinero y me dijo que iba a poner un abogado y a sacarme a mi hermana -a mi hermana la estaba dando de comer yo”.
Aclara Alika que ella había estado en el sistema prostibulario desde los 17 años, que no sabía lo que era la trata de personas, solo había escuchado trata de blancas a la que relacionaba con el mito de que “vas caminando por la calle, te meten un garrotazo en la nuca, te meten en un auto y terminás violada con una sonda por la que te van pasando droga permanentemente”.
En el ´96 Alika llegó a Tierra del Fuego con una compañera que había conseguido que los proxenetas le enviaran un pasaje y a cambio obtuvo privilegios. Ella también era una víctima. El día que arribó tuvo que ir a la policía y hacer una apertura de legajo, allí en el destacamento estaba uno de los que serían habituales consumidores de su cuerpo.
“Llegaba con dos custodios, uno le manejaba la plata, lo sigo cruzando, con la diferencia de que antes me daba vergüenza y ahora le tiene que dar vergüenza a él que es padre maravilloso, es un esposo maravilloso y llegó a comisario, por lo que tiene que haber hecho una carrera maravillosa, pero es un consumidor de mujeres que están en situación de vulnerabilidad”.
En el país abolicionista, provincias reglamentaristas
Alika relata que apenas llegó a Tierra del Fuego le tomaron las huellas dactilares y comprobaron que no tuviera antecedentes legales: “yo pensaba que era cierto entonces lo que me habían dicho de que allí iban las mujeres a forjar la isla”.
También habló de los exudados vaginales de todos los meses: “invadían mi cuerpo -un ginecólogo, que no sé si era ginecólogo- y comprobaban que no tuviera sida, si la puta se enfermaba se iba para su casa, el que no se podía contagiar era el cliente”.
En cuanto a la policía aeroportuaria, Alika afirma que los inspectores municipales hacían las inspecciones y después iban a buscarla como clientes al prostíbulo: “yo respetaba las normas, estaba siempre al día con los análisis y nunca hacía las denuncias porque me decían que las putas no denunciaban porque formaba parte de los códigos de la noche”.
Para salir de este lugar me voy a cualquier parte
Entre los clientes prostituyentes, Alika conoció a su ex esposo, él tenía su misma edad -23 años- y venía en los buques extranjeros –pesqueros, petroleros, cargueros- que solían arribar a un puerto de acceso como el de Tierra del Fuego en su paso para la Antártida o para la explotación marítima de la zona.
“En un buque carguero no vienen mujeres, son todos hombres que no son suaves. Las cuestión es que este chico cada vez que venía dejaba mucho dinero, siempre pagaba en dólares –era el momento del 1 a 1- y yo dije que con tal de salir de ese lugar me iba a donde fuera. No estaba enamorada. Accedí”.
Se mudaron a España. Allí su esposo la mandó a un prostíbulo aún cuando tuvieron dos hijas. Se casaron durante el primer año para tener ella los papeles en regla pero Alika decidió dejarlo cuando golpeó por primera vez a su hija mayor, mientras ella ya estaba embarazada de la tercera.
“Los proxenetas siempre habían tenido contacto conmigo y en el momento en que decido volver me dijeron que me mandaban el pasaje. Yo siempre fui una puta ideal porque no les sacaba los clientes, entregaba las propinas y tomaba muchas copas, que era lo que más le rendía al prostíbulo”.
Naturalizacion de la violencia
Alika recoge el momento de su rescate desde el miedo que sintió: “Entró un montón de gente: gendarmes, fiscales, testigos, secretarios, operadores, asistentes sociales, yo estaba en una habitación con una compañera, nos asomamos por la ventana, había varias camionetas de gendarmería, sentimos voces que no eran las de los hombres que venían a consumir los cuerpos de las mujeres. Nos queríamos tirar por la ventana, creíamos que nosotras estábamos cometiendo un delito”.
Agrega Alika que en el momento del allanamiento no se reconocía como víctima: “yo decía: ¿vos me viste pinta de víctima?, te confundiste, vos me cerraste mi fuente de trabajo; así como actúan las chicas de Ammar –Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina-, las que están sindicalizadas, yo sentía que me estaban faltando al respeto”.
Y agrega: “probablemente si en algún momento de mi vida me hubiese parado a pensar qué era lo que estaba ocurriendo me hubiera dado cuenta del infierno que estaba atravesando, la realidad es muy humillante y muy dolorosa, cuando llegás a ser víctima es porque dañaron todas tus partes, cercenaron tus derechos, y el camino que tuviste que atravesar es terrible, y esto lo digo en nombre de todas las mujeres que hayan experimentado cualquier tipo de violencia”.
La resiliencia
Alika cuenta también lo determinante que fueron en su vida las palabras de la secretaria del fiscal al recomendarle que volviera a su casa: “si analizás tu historia, la de tu mamá, la de tu abuela, la de tus tías, ¿cuál creés que va a ser el destino de tus hijas?”.
Entonces decidió arreglar las diferencias con su compañero para volver a Tierra del Fuego: “este pobre hombre se había enamorado de una mujer que no se podía desprender de sus proxenetas y que era explotada sexualmente y eso para un hombre es terrible cuando verdaderamente existe el amor. Yo tenía que volver a cerrar una etapa de mi vida: ¿Qué busco, qué soy, quién soy, dónde estoy parada?
Los derechos
Alika se refiere enfáticamente a los clientes: “ellos están totalmente invisibilizados, asépticos, quedan indemnes y nadie les dice nada” y enfatiza en el hecho de que no hay reparaciones para víctimas del sistema prostibulario, el que no le resulta alejado de los sometimientos de la trata: “Hay muchas otras mujeres a las que nunca se reconoció como víctimas, que nadie va a reclamar una reparación para ellas”.
También agrega que tiene un abogado privado porque no tenía defensor oficial: “Vuelvo a la fiscalía y les digo que me presionaron para que me reconociera como víctima y que ahora nadie quería representarme, que no tenía psicóloga y estaba en una casa sin calefacción. Me destrozaron, me hicieron reconocer algo que no hubiera querido reconocer nunca y cuando lo reconozco resulta que no tengo los derechos”.
Alika cuenta que la quisieron desalojar de la casa y que allí se puso en contacto con Susana Trimarco. La demanda que inició Alika Kinan es contra los proxenetas, el gobierno de la provincia porque es un partícipe necesario en cuanto a la connivencia del estado y también contra el municipio. Se convierte en la primera causa de este tipo por la que busca sentar un precedente. “Que se pueda aplicar al resto de las víctimas que vienen detrás porque todas tienen el derecho a una reparación”, enfatiza.
La prostitución es violencia
Alika se manifiesta en contra de regularizar la prostitución porque es violencia: “Cuando te metés a la pieza con un hombre no sabés cómo salís, si te va a pegar, si se va a sacar el preservativo. Hay que proveer de derechos legítimos a las mujeres que están en el sistema prostibulario para que no tengan que exponerse a la prostitución. Después que vengan con un papel y te digan que si vos querés trabajar tranquila tenés que sindicalizarte, yo no me quiero inscribir en un registro de sometimiento”.
Al responder si desearía volver el tiempo atrás Alika manifiesta: “Miro hacia adelante. Hoy sigo rodeada de muchas mujeres que permanecen insertas en el sistema prostibulario pero hay muchas que han podido salir”.
Alika Kinan se siente agradecida porque, a pesar de las violencias, encontró funcionarios y funcionarias del estado con voluntad para asistirla y personas activistas de ONGs que también la ayudaron. “Veo un futuro maravilloso con mis cuatro hijas –agrega- tengo un regimiento de pequeñas militantes”.
*Doctora en Ciencias de la Comunicación Social